El grupo BRICS, que originalmente estaba conformado por cinco naciones desde su formación en 2009 y permaneció invariable durante 15 años, experimentó un cambio significativo el año pasado.
Durante la cumbre del 15° aniversario en agosto del año pasado, el grupo extendió invitaciones a seis nuevos países para unirse a la alianza: Arabia Saudita, Argentina, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Irán y Etiopía.
A pesar de que Argentina rechazó la membresía, Arabia Saudita ha mantenido la decisión en espera.
Los otros cuatro nuevos países se han unido a BRICS en 2024, transformando al bloque en una mezcla de miembros antiguos y nuevos, cada uno con sus propias características distintivas.
La diversidad entre los miembros antiguos y nuevos de BRICS se ha vuelto evidente, especialmente en sus puntos de vista geopolíticos. Una de las principales diferencias que está ampliando la brecha entre los miembros antiguos y nuevos es la postura de India en relación con un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU). Mientras que Brasil y Sudáfrica, miembros antiguos, respaldan la postura de India en el CSNU, los nuevos miembros se oponen a ella, ya que países como Egipto y Etiopía aspiran a obtener ese mismo asiento.
Esta tensión refleja un desafío clave para la cohesión de BRICS y destaca la necesidad de una gestión cuidadosa de las diferencias entre los miembros para mantener la unidad y la efectividad del grupo en el escenario internacional.