El ministro de Defensa, Luis Petri, se dirigirá a Bruselas la próxima semana para presentar la carta de intención de Argentina para ingresar como socio global a la OTAN. Este movimiento representa un posible cambio de 180 grados en el alineamiento político y militar del país, buscando una relación más estrecha con la alianza liderada por Estados Unidos. La iniciativa implica un proceso previo como aspirante, que requiere la elaboración de un Plan de Acción Individual de Asociación (IPAP), similar al seguido por otros países como Finlandia y Suecia.
La decisión del gobierno argentino de buscar una mayor vinculación con la OTAN también implica la posibilidad de sumarse a las fuerzas marítimas combinadas lideradas por Estados Unidos. Esta movida, coordinada por el Ministerio de Defensa, señala un cambio significativo en la política exterior del país, con posibles compromisos de salida complejos. Sin embargo, la propuesta podría chocar con la posición de Milei de apoyar a Ucrania en su conflicto con Rusia, ya que un eventual ingreso a la OTAN implicaría un compromiso de defensa colectiva que podría arrastrar al país a conflictos internacionales.
El eventual ingreso de Argentina a la OTAN sería un proceso que llevaría tiempo en materializarse y podría enfrentar resistencia interna debido a la posible implicación en conflictos militares internacionales. Además, esta movida pondría al país en desacuerdo con la voluntad de Milei de enviar armas o tropas a Ucrania, ya que los países miembros de la OTAN están obligados a intervenir en caso de agresión a uno de sus miembros.